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martes, 17 de julio de 2012

Historias reales

En busca del cielo Epígrafe foto tapa: GLOBO DEL TIPO MONTGOLFIER. La historia del primer vuelo en nuestra ciudad allá por 1905, cuando el aeronauta italiano Giuseppe Silimbani dejó impresa la primera huella sobre el cielo virgen de la casi “cuarentona” Olavarría. Walter Minor - walterhistorias@gmail.com historiasdeolavarria.blogspot.com.ar Hasta 1904, la vista del ciudadano olavarriense solo había visto el vuelo de los pájaros surcando el cielo de la ciudad y quizá mirándolos haya soñado alguna vez con emular al mitológico Ícaro, aquel que armó sus alas de plumas pegadas con cera y al tomar altura y arrimarse al sol, las mismas comenzaron a perder adherencia ante el derretimiento, lo que culminó con un descenso demasiado violento y con la vida del intrépido “hombre pájaro”. Pero... dejémonos de leyendas y vayamos a la vida real, donde con una técnica que poco tenía que ver con la precaria cera, sino más bien algún elemento apenas más resistente al sol, como el papel, y unos cestos o retazos de metal, un puñado de audaces comenzaron a realizar vuelos sobre frágiles globos aerostáticos, en un claro y constante desafío por conquistar la admiración del público. Aunque los primeros vuelos en globo se iniciaron en 1783 en Francia, recién llegaron a nuestro país a comienzos de 1900. Para nuestra ciudad, la acción comenzó en junio de 1905, cuando el aeronauta italiano Giuseppe Silimbani dejó impresa la primera huella sobre el cielo virgen de la casi “cuarentona” Olavarría. QUIÉN ERA SILIMBANI Giuseppe Silimbani, había nacido en la ciudad de Forli, en la Emilia Romagna. Era de profesión panadero, tenor aficionado y un deportista sobresaliente en varias disciplinas. Antonieta. Su esposa Antonietta Cimolini, nacida en 1878 en Casola Valsenio (Ravenna), pertenecía a una familia burguesa del campo y cuando cumplió veinte años se casó con Silimbani. Mujer diminuta y apariencia frágil, compartió con Silimbani la pasión por la música y el deporte, comenzando a realizar ascensiones con un aeróstatico en Forli y más tarde en Ravenna, Giuseppe era conocido en la península con el apodo de “¡Ce ne fosse!”, porque cuando concluía sus exhibiciones deportivas exclamaba triunfante: “¡Ce ne fosse un•altro come me!” (No hay otro como yo). Durante1902, el matrimonio emigró junto a su hija recién nacida a la Argentina en busca de fortuna. Partió la familia desde Génova en el Vapor Ravenna, que los depositaría varios días después en el el Puerto de Buenos Aires. Pronto comenzaron a dar conciertos en los teatros de Buenos Aires. Giuseppe como tenor y Antonietta como soprano ligera. Todo lo hacían sin renunciar nunca a las ascensiones, las que la dama realizaba también sola frente al público, haciendo destrezas en un trapecio que colgaba de la barquilla de la nave. En 1903, los esposos Silimbani concretaron una gran cantidad de ascensiones en varios lugares de la Argentina, exponiendo varias veces su vida y aterrizando en los más increíbles lugares. Luego de que el globo se inflaba y trepaba varios metros, ellos realizaban espectáculos sobre el trapecio, tirando papeles de propaganda. En una de esas tantas salidas arriesgadas el 13 de marzo de 1904, se subió al esférico solamente Antonietta. El tiempo no era el adecuado, pero los porteños no querían saber nada de quedarse sin el espectáculo prometido. Fue en esta circunstancia en que el viento se llevó al “Invencible” hacia el Río de la Plata y ocurrió el desenlace. Antonieta, al ver lo complicado de la situación, se arrojó al agua, pero con tal mala fortuna que la frente golpeó contra una piedra del fondo del río y se desvaneció. El incidente no le dio ninguna oportunidad de colocarse el salvavidas y murió ahogada. EL MOTIVO DE LOS “VUELOS” Más allá del desafío constante y su orgullo particular, lo real es que Silimbani hacía estos espectáculos como una salida laboral. A principios de siglo uno de los negocios más rentables era la fabricación y venta de cigarrillos. Muchos particulares hacían sus propios "atados" de diez o veinte para comercializarlos, aunque no podían competir contra las grandes firmas tabacaleras. Silimbani en Paraná. Estas últimas, no escatimaban en desembolsar grandes sumas de dinero en publicidades con la intención de fomentar este vicio que luego se haría muy difícil de abandonar. Al lograr convencer a una gran masa de principiantes para hacerlos fumadores se aseguraban grandes dividendos por largos años. La empresa de los cigarrillos y habanos “Americana”, además de ofrecer premios en dinero y en viajes dentro de sus atados, organizaba también diversos eventos populares para atraer consumidores. Fue dentro de este contexto que en 1903 contrataron al italiano Silimbani y a su esposa para realizar en Argentina la publicidad a la marca. SILIMBANI EN OLAVARRÍA Con motivo de ofrecer su conocido número propagandístico, a fines de mayo de 1905 llegaba a la estación de trenes de Olavarría, Giussepe Simbalani, conocido luego de tres años de residencia en Argentina como “El Capitán” José Silimbani. 1904: José Silimbani. Un rango inexistente y un nombre castellanizado, pero con la misma pasión por desafiar al peligro desde su inseparable globo bautizado "El invencible de Forli". Aquel aerostático era del tipo “Montgolfier”, hecho de papel e impulsado por aire caliente. El nombre de “Montgolfier” se le impuso a este elemento, como homenaje a los hermanos Joseph-Michel y Jacques-Étienne Montgolfier, quienes fueron los primeros en lograr ascender un esférico con aire caliente el 4 junio de 1783. Ni bien echó pie a tierra, Silimbani anunció que el domingo 1º de junio efectuaría un ascenso para que los habitantes de Olavarría pudieran contemplar por primera vez a un hombre elevándose hacia el cielo. El sitio elegido sería el corralón de Claudio Ressia, ubicado en Pringles entre Dorrego y Belgrano. El horario establecido fue de 14 a 15 horas. Un testigo presencial, Don Víctor Arena, lo relató así en la década del 40, cuando se inauguraba la sede social del club Estudiantes; “¡SILIMBANI!!!” ¿Quién era Silimbani? ¿Era acaso un bohemio, un comerciante, un artista o un loco? ... Sí. Silimbani era todo eso... y era algo más. Era un aeronauta... ; Un deportista! Llegó a Olavarría en el año 1905 trayendo por todo equipaje un globo multicolor con el cual subiría a las nubes... -Está loco- se decían las gentes unas a otras. -Es un valiente- decían sus compatriotas, los italianos -Es el hombre más valiente del •mundo- certificaban los “MARQUEYANOS” que eran sus “Paisanos”. Y una mañana del mes de junio, en el solar Sud la semibaldía ubicada entre las calles Dorrego, Belgrano, Pringles y 9 de Julio, Silimbani preparaba su globo para la ascensión. El pueblo estaba revolucionado. Todos querían ver aquel acto de arrojo del hombre que con todo desparpajo enunciaba que iría a las nubes y desde ahí los maravillaría arrojando papeles y haciendo arriesgados pruebas. La tarea de inflar el globo empezó a la mañana temprano. Se constituyó un horno, se colocó sobre él al globo desinflado y se empezó a quemar leña de sauce en abundancia, de modo que se provocó una humareda que poco a poco iba hinchando aquella esfera multicolor de la que pendía solamente un frágil trapecio. . . A las 2 de la tarde el globo está casi lleno. Todo el pueblo de Olavarría estaba ahí, haciendo comentarios sobre el coraje de aquel hombre, e inventando fantásticas historias. Desde los techos cercanos, los vecinos contemplaban la escena. En el balcón de la casa de altos, del señor Pablo Fassina, ubicada enfrente al lugar, la familia entera observaba el movimiento de la gente y de la esfera aquella con franjas coloradas, blancas y amarillas, que poco a poco tomaba la forma de una enorme pera. De pronto, Silimbani dio la voz convenida y los ocho hombretones que sostenían las cuerdas dejaron en libertad el aeróstato, que poco a poco fue ganando altura. Silimbani, de un salto, se encaramó en el trapecio. Dio vuelta sobre sí mismo y quedó enganchado de las piernas, cabeza abajo, mientras tiraba papeles de propaganda de los cigarrillos Siglo XX, populares en aquella época. El globo tomó más altura y el viento lo fue empujando hacia el este, mientras el público, suspenso primero, receloso después y frenético más tarde, aplaudía y gritaba, mientras los más pesimistas anunciaban: Recreación del vuelo en Olavarría. -Se va a matar... se va a matar... El globo continuó su vuelo en ascenso hasta que Silimbani le abrió la válvula de escape y se inició el descenso. Los más amigos: don Francisco Vannini, don Antonio Verna, don Rodolfo Barzi, y otros entusiastas, iniciaron la persecución del globo y pudieron ver a éste cuando perdiendo altura paulatinamente, fue a caer en las chacras de Sayús, mientras Silimbani saltaba del trapecio, cumpliendo con toda felicidad su hazaña de cruzar él primero el cielo de Olavarría. En los días siguientes realizó otros vuelos similares, l yendo a caer cerca de las ferias. Esta narración ha de revivir, seguramente, recuerdos casi diluidos en la nebulosa del tiempo... porque muchos de los pibes que miraban absortos aquella enorme n pera multicolores son hombres hoy y recuerdan que más de una noche soñaron que emprendían un viaje. interminable a través de las estrellas... DESDE OLAVARRÍA A SU FINAL EN BRASIL Posterior al día domingo 4 de junio de 1905, Silimbani repitió la proeza un par de veces más, como parte del aparato propagandístico de los cigarrillos “Americana”. Luego de eso se marchó, casándose el 6 de octubre de 1905 con Aurora Jerner en la iglesia de San Ignacio de la Capital Federal. Siguió haciendo demostraciones con su esférico desde el Pabellón de las Rosas, en Buenos Aires, acompañado por el “teniente” Vasi, un compatriota italiano que en 1907 partió con él hacia Brasil para presentar su acto. Al marcharse dejó a su esposa en Buenos Aires al cuidado de sus dos hijos. Allá Silimbani se unió a un tal Travaglino, que efectuaba un número conocido como “Salto del abismo” y a otro ciclista. La pequeña troupe recorrió el Estado de San Pablo, aunque con poco éxito económico. Disuelta la sociedad, Silimbani siguió trabajando por su cuenta donde se lo solicitaba. En el transcurso de 1908 fue asesinado en la localidad brasileña de Uberaba junto a un periodista italiano de apellido Montanino. Final de la historia. Creo que valía la pena detenerse un momento en la biografía de este carismático italiano y además aportar los detalles precisos (como día, mes y año exacto), en que un hombre surcó por primera vez el cielo olavarriense, virtud que hasta allí, solo estaba atribuida a nuestros pájaros.

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